Nunca he tenido perro. Nunca me hicieron "chiste". Solamente en mi vida tuve verdadero afecto por un chucho. Le llamábamos "El orejas", pues le faltaba un pedazo de una de ellas debido seguramente a alguna dentellada en alguna "movida" canina. Nunca lo supimos, pero en el destacamento en el que pasé un año entero, en mil novecientos sesenta y seis, junto al bosque denominado "El jaral" sobre la playa de Benzú, junto a la pista de tiro, en Ceuta, el Orejas era uno más en el destacamento.